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INTERVENCIÓN DEL EMBAJADOR DE LA REPUBLICA DE CUBA, CARLOS MIGUEL PEREIRA, EN EL SIMPOSIO PROCESOS DE MODERNIZACION EN AMERICA LATINA Y EL CARIBE
Fecha:2011/08/02 Autor:Estimado Cro. Wang Weiguang, Vicepresidente Ejecutivo de la Academia de Ciencias Sociales de China,
Estimado Cro. Chen Fengxiang, Vicejefe del Departamento de Enlace Internacional del Comité Central del Partido,
Estimado Cro. Li Jinzhang, Viceministro de Relaciones Exteriores,
Estimado Cro. Zheng Bingwen, Director del Instituto de Estudios de América Latina de la Academia de Ciencias Sociales:
Estimado Cro. Su Zhenxing, Presidente de la Asociación China de Estudios Latinoamericanos,
Estimados profesores, investigadores, invitados,
Estimados colegas del Cuerpo Diplomático,
En primer lugar, permítanme a nombre de los Embajadores del Grupo Latinoamericano y Caribeño acreditados en China, agradecer a la Academia de Ciencias Sociales, y en particular al Instituto de Estudios sobre América Latina, por esta oportunidad de compartir con ustedes algunas ideas a propósito de este Simposio Procesos de Modernización en América Latina y el Caribe, organizado en homenaje al 50 aniversario de esa prestigiosa institución que es el Instituto de Estudios Latinoamericanos (ILAS), como se le conoce también por sus siglas en inglés.
A menos de un año de celebrar el primer medio siglo de vida de relaciones entre China y América Latina y el Caribe, camino iniciado por la pequeña Cuba y seguido de manera firme e ininterrumpida por muchos otros países latinoamericanos, conmemorar el nacimiento del ILAS no resulta un hecho histórico aislado. Durante cinco décadas de encomiable labor, esta institución se ha convertido en verdadera referencia para la promoción del estudio, el conocimiento y el entendimiento entre China y nuestros países latinoamericanos y caribeños.
En una ocasión como esta nos vienen a la mente los nombres de decenas de prestigiosos académicos e investigadores que a lo largo de estos años han contribuido y siguen contribuyendo, de manera decisiva, a fomentar y profundizar los intercambios entre nuestros respectivos países y pueblos. Muchos de ustedes se han formado en nuestra región, dominan nuestra lengua y también las raíces de nuestra cultura y de nuestra historia, han trabajado como diplomáticos o investigadores vinculados a varias de las más prestigiosas instituciones académicas latinoamericanas y caribeñas, lo que les convierte en verdaderos embajadores y albaceas de la historia de los vínculos sino-latinoamericanos.
A nombre de los colegas jefes de misiones del GRULAC que tengo el honor de representar hoy aquí, y a pocos días de concluir mi misión como Embajador de la República de Cuba en esta hermana nación, les agradezco profundamente por la enorme contribución de todos ustedes y formulo votos para que ello siga siendo así en el futuro.
A lo largo de estos años, ustedes han asumido la organización y el patrocinio de innumerables conferencias, talleres, cursos, postgrados y eventos de todo tipo, lo que ha permitido que hoy se conozca más dentro de China sobre la realidad de nuestros países, las tendencias más importantes en el plano económico y político que prevalecen en una región tan vasta, heterogénea y compleja como la nuestra.
América Latina y el Caribe vive hoy uno de los momentos más trascendentales de su historia. Esa es una realidad a la que casi nadie puede sustraerse, más allá incluso de tendencias o colores ideológicos, de debates académicos, políticos o mediáticos. Son cada día menos los que abogan abiertamente a favor del pensamiento neoliberal y defienden el mal llamado Consenso de Washington, y por el contrario, crece el número de los que apoyan la búsqueda de alternativas válidas y sostenibles para nuestros respectivos países, aunque ello no quiere decir que el neoliberalismo haya desaparecido como filosofía esencialmente reaccionaria y contraria a la integración latinoamericana y caribeña.
Más que una corriente teórica de pensamiento, el neoliberalismo adquirió en América Latina y el Caribe la categoría de estrategia política e ideológica predominante de los sectores más derechistas y representativos del capitalismo mundial. Sus postulados intentaron desarticular a los Estados nacionales, bajo la perversa lógica de disminuir los gastos y los beneficios sociales a favor de las clases trabajadoras, dejando terreno fértil al libre mercado y a la globalización de las transnacionales, como supuestos garantes de un equilibrio institucional y de un rápido crecimiento económico, cuyos efectos no tardaron en hacerse sentir.
Los cambios políticos ocurridos en América Latina y el Caribe en la última década, más allá de la profundidad de su alcance y la heterogeneidad de su contenido ideológico, son una expresión concreta de que los pueblos de nuestra América –como expresara José Martí- vienen exigiendo nuevas formas de hacer política, de ejercer la verdadera y plena democracia, aquella que garantiza la plena inclusión social y la participación de todos en los destinos de cada país, así como la promoción en el plano internacional de relaciones de cooperación basadas en el beneficio mutuo y la ganancia compartida con otros países y regiones del mundo, sin imposiciones foráneas y con pleno respeto a la soberanía y la independencia de cada una de nuestras naciones.
El surgimiento e instrumentación de varias iniciativas de integración subregional latinoamericanas y caribeñas como el MERCOSUR, UNASUR, la Comunidad Andina, el CARICOM, el ALBA (Iniciativa Bolivariana para los Pueblos de América), y la creación en las próximas horas de la CEALC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), representan en sí mismas alternativas concretas a las recetas neoliberales y nos demuestran a diario que un mundo mejor es posible. América Latina y el Caribe están necesitados hoy no sólo de la integración de sus mercados, sino también de promover esa cooperación genuina y desinteresada en la que no solo esté presente el elemento mercantil, sino además una motivación política y social a favor del beneficio mutuo y la solidaridad de nuestros pueblos. Estos esfuerzos en su conjunto contribuyen a disminuir las desigualdades sociales y económicas existentes y constituyen un camino abierto al desarrollo y al futuro de nuestros pueblos.
China y nuestros países de América Latina y el Caribe enfrentan hoy retos cruciales, en medio de una coyuntura marcada por la crisis económica y financiera global que no parece tener fin, y en la que todos debemos trabajar a favor de un nuevo orden económico mundial basado en la integración y en la cooperación. China desempeña un papel crucial en esa batalla y por ello todos nuestros países miran atentos a lo que aquí sucede. La profundización de los intercambios en todos los terrenos, incluyendo el que tiene lugar hoy en la esfera académica, resulta vital para lograr una mejor coordinación de nuestras políticas nacionales y nuestras posiciones en la arena internacional, con pleno respeto a los principios consagrados en la Carta de la ONU. China representa hoy para América Latina y el Caribe un socio serio y estratégico en la defensa del respeto al beneficio mutuo, a las asimetrías y la cooperación sin condicionamientos políticos, aspectos que consideramos medulares para la promoción de un nuevo orden financiero mundial sólido y creíble que ponga coto a la especulación y al saqueo de los grandes bancos y los organismos financieros internacionales.
El reciente informe dado a conocer por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), titulado: China y América Latina: hacia una nueva fase del vínculo económico y comercial, en el 2010, expresa con claridad las potencialidades existentes en el terreno comercial, tras destacar el crecimiento vertiginoso del comercio bilateral, desde alrededor de unos 15 mil millones en el año 2000, hasta 182 mil 900 millones de dólares al cierre del pasado año, lo que representa el 10.79% del comercio total de China y convierte a esta en el socio comercial más dinámico de toda la región.
Las previsiones de CEPAL señalan que para el año 2014 China podría desplazar a la Unión Europea como el segundo socio comercial de nuestra región, solo superado por Estados Unidos. Para el año 2020, según los vaticinios de la CEPAL, aun cuando Estados Unidos deberá seguir siendo el principal socio comercial de ALC, el porcentaje de las exportaciones latinoamericanas y caribeñas hacia ese país deberá caer hasta situarse en el 28,4 %, frente al 60% registrado en 2000 y el 38 % en 2010.
Más allá de que se cumplan o no estas previsiones, la cooperación creciente y cada vez más dinámica entre China y los países de nuestra región adquiere una trascendencia que ninguna de las partes puede ya desconocer. A nivel bilateral y multilateral, crece la coincidencia de posiciones y el consenso pero también se elevan las expectativas de las partes, de ahí el enorme reto que se plantea entre ustedes y nosotros en aras de lograr una relación basada cada vez más en el beneficio recíproco y la ganancia compartida, que repercuta de manera decisiva en el desarrollo socio-económico y en la elevación del nivel de vida de nuestros pueblos.
Como expresara recientemente el Vicepresidente chino Xi Jinping, en ocasión de su visita a la sede de CEPAL en Santiago de Chile, a inicios del pasado mes de junio, “al entrar en la segunda década del siglo XXI, asistimos a renovadas oportunidades de desarrollo de las relaciones entre China y América Latina y el Caribe”.
Aprovecho la ocasión para felicitar a la dirección del Partido Comunista chino, gestor indiscutible de los éxitos alcanzados en la construcción del socialismo con peculiaridades chinas, por el 90 aniversario de su fundación, y reiterar además nuestro más profundo agradecimiento a directivos, profesores e investigadores de este prestigioso centro, por su contribución al desarrollo y consolidación de los vínculos entre China y los países de América Latina y el Caribe.
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